miércoles, 3 de noviembre de 2010

Viendo secar el piso...

Viendo secar el piso me doy cuenta que mi vida ha tomado al final un rumbo satisfactorio, pues nunca imaginé que la escritura terminaría siendo mi pasión y uno de los motivos para el cual vivir. Y, de hecho, es así verdaderamente: vivo para escribir. Pero una cosa quiero dejar bien en clara, porque a raíz de esa frase puede que se malinterpreten ciertas cosas, y es que vivo para escribir, pero no pretendo escribir para vivir. En la vida haré muchas cosas, tendré las mil y una profesiones (bueno, eso no), y viviré en Italia, en una casa grande, y tendré tres gatos. Me ganaré el Nobel, Mi hijo se llamará Immanuel, si es niño, y si es una niña se llamará Vivien. Me importa un coquito si a la gente no le llega a gustar mi casa. Me temo que tendrán que acostumbrarse.
Sí, señores. Aunque suene irracional, increíble, poco común, todo esto lo pensé mientras veía secar el piso de mi habitación, una oscura mañana de agosto.

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