Ella trotó a paso alegre y candoroso por el ancho pasillo, y sus ojos mentales estaban viendo sólo Dios sabe a quién. Sus dedos asquerosamente largos tecleaban en su BlackBerry como todos unos expertos, mientras sus zapatos resonaban a cada pisada que daba y su cola de caballo se sacudía con la brisa.
Sólo duré diez segundos contemplándola, pero fueron más que suficientes para que su camisa azul me dilatara las pupilas y me diera unas terribles náuseas. Ah, aquellos jeans marcaban su grandioso trasero.
La vi suspirar y luego su paso se acrecentó; caminaba ahora a paso exageradamente rápido, como si estuviese persiguiéndola Jack el Destripador.
Recuerdo que la vi hasta que la suela de su negro tacón pisoteó la pobre y minúscula existencia del pequeño cucarroncito que, inmerso en la más profunda inocencia, garrapateaba con sus patas el suelo y pasaba por ahí.
jaja! el cucarron jaja
ResponderBorraryo quiero saber q te fumas tu ve....
ResponderBorrarChocolaaaaaate!! jajajajajajaaa!
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