Tenías razón, querido.
Al descubrirlo, mi corazón se abriría como paraguas y derramaría su dulcísimo llanto escarlata.
Olas turbulentas de un no-sé-qué,
llamas intensas de un quién-sabe-qué.
Tenías razón, querido.
Nada como sentir un pecho caliente y tembloroso muy pegado al tuyo,
respirando entre tus espasmos,
suspirándote bellas palabras al oído.
Algo indómito, sutil,
sublime,
sin necesidad de arrancarse la indumentaria.
Tenías razón, querido.
No se puede explicar con palabras.
Tenías razón, querido.
Al descubrirlo, mi corazón adquiriría el color de los corazones alocados.
Se erguiría en el sopor de las sensaciones clandestinas.
Se entremezclaría con la sangre de los dioses.
Tenías razón, querido.
Pero hay algo que quiero que sepas.
Hubiera dado la vida por haberlo sentido contigo.
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