"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí".
Augusto Monterroso, El Dinosaurio.
Cuando despertó, su mente resucitó con él. Transpirando el mismo miedo. El mismo sudor enfriándole los párpados. La nariz seguía pegada al tablón. La boca abierta tragándose las astillas y la lengua saboreando el barniz. Maldita la hora en que durmió y no avisó de sus sueños intermitentes. Maldita la hora en que impidió que el miedo, el maldito miedo pasara a través de él. El miedo. El fantasmagórico dinosaurio que vigilaba sin descanso sus lunas. Dinosaurio porque murió hace tiempo. Dinosaurio porque aún perduran sus huesos. Pero dinosaurio porque es viejo, eterno, es fuego. Una leyenda fosilizada que se evaporó como polvo. Pero despertó, y la mente resucitó. La mente se sintió adolorida de nuevo. La nariz al tablón, la boca con el comején y la lengua con el barniz. Cuando despertó, su mente resucitó, transpiraba el sudor jurásico. ¡Prendan las luces! ¡Déjenlas encendidas! El monstruo ha salido de debajo de la cama.
Cuando despertó... bendito Dios. El dinosaurio todavía estaba allí.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario