El aroma de pan cocido atraviesa la barrera de mi nariz tapada. Atraviesa mi tráquea, se clava en mis bronquios, circunda mis pulmones. El ruido de las guacamayas del palo de mango se conjuga con el silbido de mi hermano, que llega en estos momentos en su bicicleta. Tararea una canción que no conozco. Todo adquiere de pronto el color de los vallenatos viejos, y por los aires vuela una nube de cenizas, como una lluvia de lágrimas negras.
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