domingo, 17 de junio de 2018

A mi padre

"Tómame una foto así, como que fashion aunque me vea bien ñoño".


Tengo quince días en Medellín, presa de una mezcla rara de miedo, ansiedad y emoción. Me vine para Medellín buscando reencontrarme con viejas amistades y lograr obtener nuevas oportunidades, nuevos rumbos. Me vine porque la considero la capital del cómic, porque su desarrollo fue espectacular bajo el mando de Fajardo que al final nos dejó en visto, y en fin, porque me gusta y porque sentía que lo que yo tanto estaba buscando estaba aquí, en la tierra de El Innombrable Uribe, que tiene a este país vuelto nada.

Un día como hoy estoy profundamente dolida y decepcionada. La verdad es que ya no sé si quiera vivir en Medellín. Es decir, a mí me gusta la ciudad, ¡me encanta! Pero hoy me ha decepcionado. Aunque bueno, más me duele estar lejos de mi familia, y mucho más en estas fechas. Parafraseando a Camila Cabello, "la mitad de corazón está" en Santa Marta. Un día cómo hoy es una fecha en las que no puedo darle un abrazo a mi papá, en su día, cuando sé que hoy más que nunca necesitamos darnos ese abrazo.

Hace poco tuvimos una conversación. Me confesó que todavía le da muy duro la ausencia de su padre, quien murió muy joven en un aparatoso accidente siendo mi papá muy pequeño. Verlo a él, la epítome de la seguridad y la fuerza, llorando desconsoladamente me partió el corazón. Loúnico que atiné a hacer fue a ponerle una mano en el hombro. Yay. Medalla de oro en afectoooo. Aunque bueno, gran parte de esa... digamos, incapacidad afectiva viene de su mamá, mi abuela, a quien su temprana viudez la obligó a ser fuerte, sin tener tiempo de llorarle al hombre que amaba y al hijo que siguió los pasos al más allá. Qué vaina. A ella le tocó muy duro. Y como estaba muy preocupada por mantener a los cuatro niños que le quedaban, los descuidó al mismo tiempo. No eran más que niños, a fin de cuentas, niños que necesitaban de un abrazo o al menos de un "estoy orgullosa de ti". Y esa noche mi papá me confesó que no. Que nunca recibió nada de eso de ella. Se derrumbó gran parte de la imagen que tenía de mi querida abuela, pero es algo que logro entender. Entiendo ambas partes. Ambos estaban rotos. Piezas rotas de un rompecabezas incompleto, tratando de encajar aún hoy en medio del caos.

Mi papá: el mejor de su clase, un destacado abogado, firme en lo que cree y en lo que plantea. Siempre sacó las mejores notas en todo, y... ¿para qué? No tenía a nadie a quién mostrárselo. Quise decirle: ¡yo! ¡Yo! A mí me importa, ¿es que yo no cuento? Pero en ese momento me sentí tan minúscula, tan impotente. La persona más berraca que conozco, en ese momento, llorando cual niño perdido e indefenso. Maldita sea, Bladimiro. Me dejaste al pelao solo. Eso no se hace, eso no se hace.

Me di cuenta que hasta en eso nos parecemos él y yo, no solo en lo físico. Buscando aprobación, luchando por siempre estar con el visto bueno de nuestros padres. Dice que de él heredé la vena literaria, y también dice que se va a morir y no va a poder ver una obra mía materializada. Esto lo sentía (y lo siento), primero, como un reto, porque ajá, ya tengo motivos más que suficientes para ponerme las pilas, eso y que Stephen King ya casi está tocando el octavo piso. Sin embargo, también me embarga de una tristeza horrible al pensar que eso puede ser posible. Ugh. No me concentro. No me hallo. No termino nada de lo que empiezo. Me cuesta mucho sentarme frente al cruel Word en blanco, y tampoco es que tenga mucha confianza con lo que escribo. 

Con más confianza en mí misma podría hacer muchísimas cosas. Y aún sin ella uno cree que puede hacer lo que sea. Pero la verdad, por lo menos yo, no soy buena para casi nada. No soy buena, por ejemplo, diciendo las cosas en persona, y por eso me cuesta mucho trabajo socializar. Lo curioso es que, aunque no soy buena con las palabras, escribo. Y aunque no soy buena con los proporciones, ni para bosquejar, ni poder bien trazar una línea sin que me tiemble la mano como maraquera con párkinson... aunque sea todo eso, yo dibujo. Escribo y dibujo. Dos contradicciones que me han permitido ser quien soy y regalarles a los que quiero y me importan parte de eso que soy. Y hoy quisiera dar esa parte de mí otra vez. Pero la verdad quisiera poder darlo todo, todo, así como él, mi padre, lo ha dado.

Hace unos días me enteré que estoy nominada en unos premios importantes de mi ciudad, y siento que no lo merezco. Me acuesto todas las noches cuestionándome si en verdad llegaré a ser la gran escritora que creo que seré. Y, con todo y eso, me acuesto todas las noches pidiéndole a Dios que me dé valentía para terminar lo que empiezo y a mi papá vida para que alcance a verme ganando el Nobel o al menos publicando mi primer libro.

Un día como hoy he pensado ésta y muchas otras locuras. Ahora mismo, escribiendo esto, se me parte el corazón pensando en mi tierra, en mi familia, en mi papá, en los memes que nos dejaron lospartidos del mundial y las fallidas eelcciones presidenciales. Ugh. Quedó el que dijo Uribe, pero al menos hay salud MENTIRA. Quisiera teletransportarme a Santa Marta para abrazar a mi padre y agradecerle por su cariño, su apoyo y compañía.

Pero lo único que puedo hacer ahora es escribir.
Y no pienso dejar de hacerlo.
Te amo, pá.

2 comentarios:

  1. Hija, gracias! Leyendo tus palabras me conmoví y eso, dice mucho de tus potencialidades como escritora. Cuando uno no habla se comunica por señas y cuando crees tener limitaciones para comunicar convencionalmente, puedes decirlo con un meme, un verso o hasta con una mirada.
    No te detengas en tus propósitos, sigue adelante aún cuando dudes aún cuando temas. La inercia no te conduce a nada, solo te paraliza.
    Hoy cierro mi día con tus buenos deseos y me deleito con tus palabras, que tienen el mismo efecto expresadas así como bien lo haces o verbalmente.
    Eso me lleva a decirte que no dudes más de tus capacidades, algo tiene el agua cuando la bendicen, si tienes gente que cree en ti es porque tienes algo que tu no puedes o no quieres ver pero tendrás que abrirte, tarde o temprano, a ejercer ese don. Decisión y disciplina. Es todo lo que necesitas
    Un abrazo grande en la distancia hija amada

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    1. Muchas gracias, papi.
      Justo las palabras que necesitaba leer/escuchar.
      Devuelvo el abrazo <3

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