sábado, 19 de febrero de 2011

¡Yo también amo la tecnología!

Esta es la historia de la camisa de cuadros del granjero Joe. Se la habían regalado en su cumpleaños número cuarenta y siete. Se la regaló la señora Tiffy, como muestra de su inmenso amor.
La camisa de cuadros es bien vieja, bien añeja; ya Joe tiene tres años de muerto. Hasta la mañana de hoy, sus descendientes la han remendado más que a un muñequito de vudú, y su color rojo tinto de siempre pasó a ser un rosa de mariquitas.
Cada hijo de Joe la ha utilizado para el día de su cumpleaños número once; esto porque once es la sumatoria de los dígitos de la edad del granjero Joe cuando le regalaron la camisa de cuadros. Entonces todos bailaban y reían con ella encima, debajo de ella, sentados sobre ella... se reían con ella, se reían también sin ella.
La camisa de cuadros del granjero Joe estaba embrujada. La familia decía que el espíritu del granjero aún no se despegaba de ella. En ocasiones se movía sola y hasta se remendaba sola. 
Sin embargo, a la familia eso le parecía enteramente normal.
La camisa de cuadros del granjero Joe se convirtió tiempo después en un miembro más de la familia. Tenía alma, sentimientos y corazón. Tomaba el té con los nietos y bisnietos de Joe, y echaba chistes ante la tumba de la señora Tiffy.
Cada cuadrito de la camisa de cuadros del granjero Joe tenía una historia qué contar. El primer cuadrito de la tercera línea bajo la axila derecha, por ejemplo, había visto nacer a Cristy, la hija del señor Branco. El cuadrito de la mitad, justo al lado del botón cercano al corazón, había limpiado la baba del perro manco del vecino. El tercer cuadrito de la manga izquierda había limpiado las lágrimas de la hija de la señora Tiffy en el funeral de esta última. El cuadrito que aterrizaba justo encima de la entrepierna había sido testigo del abuso físico de Mortimer.
Cuantas memorias guarda esa cosa, cielos.
Todos los veinte de febrero la camisa de cuadros del granjero Joe se despoja de su alma y sentimientos. En la casa la familia se entristece pues extrañan la presencia del espíritu de la camisa de cuadros. En muchos veinte de febrero, la camisa tiende a desaparecer. La razón probablemente sea la siguiente: el diez de enero de alguna década del mil novecientos, el granjero Joe salía a cortejar a la señora Tiffy; siempre reluciendo su poblada y sexy barba blanca y sus hermosos ojos azabaches. La señora Tiffy lo esperaba con un hermoso vestido verde lima. Siempre lo esperaba con el mismo vestido. También en un veinte de febrero el granjero Joe y la señora Tiffy se casaron. 
La camisa de cuadros del granjero Joe permanece con su espíritu; no tan activo como siempre, pero sigue ahí, vigilando a todos y cada uno de los miembros de la familia.
Pero esto no es una historia de terror, no, para nada. Es sólo una leyenda, puede que un mito, quién  sabe.
Bueno, aquí creo que termina este relato. Ya mañana es veinte de febrero, y el granjero Joe vendrá por su camisa de cuadros para volver a cortejar a la señora Tiffy. Y pues, en estos tiempos de tecnología, hasta el granjero Joe corteja mediante mensajes de texto.
Por culpa de esos teléfonos malditos se han caído más de la mitad de los botones que me conforman. ¡Oh! cielos, creo que me he delatado.
Sí. ¡Yo también amo la tecnología!

1 comentario: