viernes, 5 de agosto de 2011

Osada poesía I

I
Qué frustración tan grande la que me aqueja;
llena de amargos lamentos la gris atmósfera
y de lágrimas el frío riachuelo.
Veo que se secan las llagas del corazón
Veo que se detiene el palpitar seco.
II
Se desenrolla sobre el cielo
la luz tenue del atardecer
y yo aún no atino,
no decido,
La frustración enorme carcome mi ser.
III
Qué desgracia tan infinita es el no saber qué es lo que se quiere.
Qué indiscutible agonía es presenciar la lucha sangrienta de las pasiones.
Qué difícil sería un mundo en el que no existiera pluma,
ni papel en que derramar las emociones.

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