"He perdido el sonido, he perdido la salud.
He perdido la música de mi cuerpo".
Mario Mendoza.
si la incipiente alborada en la ventana
o el halo de sangre coronando la almohada.
¿Será pus o se me estará drenando la vida?
Un trompo, taladrándome la sien,
amortigua el fragor de mis pensamientos.
Mas del ruido de la mente uno no se libra ni estando sordo,
y no todos los cansancios se quitan durmiendo.
Todo el rumor del mundo vino a desembocarme en el oído.
el mundo, maldito mundo que seguirá girando,
y mientras tanto uno, convirtiéndose en polvo,
polvo que atraganta serpientes,
polvo del total olvido, que es como una segunda muerte.
polvo acumulado en libretas que no parpadean.
A esta hora la alborada es azul,
azul como el mar que sale del laberinto.
El trompo me cepilla la oreja,
sacude la arena amarillenta,
un caracol que alberga el ruido de mar.
De pronto la tormenta de mi pecho vibra más que mi oído.
Esparzo el polvo sobre el parpadeo que es la vida.
Con la sangre,
el pus y el polvo,
regados sobre la libreta que por fin parpadea,
otalgia del mal, causa de muerte,
me has brindado hoy un soplo de vida.
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