jueves, 26 de diciembre de 2019

Es matemático

El alcohol te corroía medio cuerpo.
Alcohol del bebible, no el que desinfecta heridas.
Aunque esos labios tuyos desinfectaban cualquier herida,
hasta las del alma, que me pesaba por cada quilate de tu anillo.

Salí del bar a las dos, dos, como los Margaritas que me tomé.
Uno por mí y uno por ti, Alberto.
Ay, Alberto.
Si me hubieses robado solo plata y no la cordura.
El tintineo de las llaves forcejeando contra el carro y contra las manos de Alberto.
y contra las manos fue a dar tu rostro al verme tirado en el andén.
Ay, Alberto.
Si con esas manos hubieses jugado nada más con mi cuerpo y no con mi alma.

Ya no quedaba ni un alma ahí,
solo la de Alberto y la mía,
que ya estaba desapareciendo.
¿A dónde va uno cuando desaparece el alma?
Qué vaina.
Qué vaina con este mundo,
que seguirá girando sin mí.

Y Alberto seguirá viviendo sin mí.
Y todos y cada uno de los quilates de sus anillos seguirán reluciendo.
Y con esos anillos se casarán.
Y después de casados tendrán hijos.
Y con esos hijos serán felices.
Sin mí.

Aunque yo ya estaba sin mí antes de que me pasaras por encima.
Y ya me habías pasado por encima antes de que me dejaras en el pavimento.
Sin bienes.
Sin plata.
Sin vida.
Vida miserable.

Porque fue una vida miserable, y la de Alberto lo era también.
Y hubiésemos sido dos vidas miserables.
Y esas vidas miserables tenían que haber terminado felices.
Negativo más negativo da positivo.
Es matemático.
Y las matemáticas son vida.
Alberto se apropió de mi vida, pero no de mi muerte.
Y recordará mi muerte por el resto de su vida.

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