miércoles, 15 de julio de 2020

15 de julio de 2020


De pronto me vi a mí misma frente a un lote amplio, como un lugar en el que se estaba llevando a cabo la construcción de algún edificio. Me puse las manos en los hombros y sentí que cargaba mi maletín. Pesaba bastante, por lo que lo abrí y vi que dentro estaban mi computador y todos sus componentes, y mi tableta gráfica.

Comencé a caminar, primero muy, muy lento, luego rápido, hasta correr, de una manera animal, en cuatro patas. Me vi las uñas mientras corría: eran largas y afiladas, y cortaban el lodo que se conjugaba con el asfalto. No entendí enseguida por qué estaba corriendo, pero después me sentí observada y me di cuenta que tras de mí venía… algo. Algo que no supe qué era, pero supuse que era un gato, pues todo lo que pude escuchar a partir de ese momento fueron maullidos largos y lastimeros. La persecución no dio tregua. Corrí por todos lados. El lugar estaba lleno de callejones sin salida y paredes sin empañetar. cada vez pasaba por lugares más pequeños y más claustrofóbicos que el anterior, cada callejón, escalera y espacio era una espiral de concreto cuyas puntas y paredes me raspaban la espalda.

Luego de mucho vagar, llegué a un pasaje entre ese lugar de construcción y una suerte de centro comercial. Estaba lleno de arbustos, todo muy verde, con una fuente grande (que ahora escribiendo esto parecía un pequeño río) de agua cristalina justo en medio, dividiendo el pasaje por la mitad. Aproveché la pausa que hice para respirar y entré en lo que parecía una pequeña oficina. Allí había muchas personas esperando turno para ser atendidas, ninguna conocida, pero sí vi que todas ellas me miraron con expresión gris y melancólica. De pronto, tocaron la puerta y me llamaron. Se trataban de dos mujeres, con uniforme como de escoltas, gorras oscuras y gafas negras, llegaron a mi encuentro y me dijeron que un grupo de personas muy peligrosas estaban buscándome para asesinarme. Por supuesto me asusté, y ellas se dieron cuenta, por lo que manifestaron que estaban ahí para protegerme. Luego, decidí irme con ellas, aunque inmediatamente después desaparecieron y yo volví a quedar sola en medio del pasaje verde.

Corrí más hasta llegar a lo que parecía una granja en medio de una colina. Al fondo vislumbré un gigantesco y blanquecino molino, y entonces… aunque no sé cómo, me encaramo hacia sus aspas y comienzo a volar. La velocidad de sus aspas no es ni siquiera veloz, pero estoy volando soplada por una violenta corriente de aire. Entré en un estado medio en coma, medio consciente, en el que no podía ver con claridad las cosas y el espacio a mi alrededor. Sin embargo, la visión se me aclaró en el momento en que aterricé en el mismo pasaje verde de hace un momento. Allí, veo que un antiguo amigo mío, uno que hace tiempo no veo, me estaba esperando, pero yo lo evado sin piedad y voy corriendo a una tienda. En esa tienda, un montón de personas estaba aglomerada en el mostrador, como si de un bar o taberna se tratase. Ninguna de ellas volteó a mirarme. Entonces me percaté de la presencia de mi maletín, cuya corredera principal estaba abierta. A pesar de que el computador estaba intacto, la tableta gráfica no estaba. Y me puse llorar. A llorar como una niña pequeña.

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