Estas son palabras verdaderas de Dios”.
Apocalipsis 19:9
Me despertó aquella mano de nieve
clavando su témpanos en mi espalda.
El sol rojo besaba mis cabellos
y me fecundaba con venas de fuego.
Se trataba de un ángel gigantesco
nadando en oro aterciopelado.
Miraban sus siete ojos sin párpados
orbitando una sonrisa solemne.
Había también un dragón escarlata
sonriendo asfixiado entre mis muslos.
Sacudía tres cabezas disímiles
con cicatrices pardas en vez de ojos.
El ángel, el dragón y yo cantábamos
náufragos en un desierto nacarado.
La túnica violácea que me vestía
ardía inflamada de tinta pétrea.
El ángel comenzó a gemir espuma.
Yo lo escuchaba a través de mis gritos.
Los colmillos del dragón rasgaron la sal
y sorbieron el vapor de mis entrañas.
La espuma se desangró por mis dedos
impregnó mis uñas, salpicó al dragón,
y tatué venas de hielo sobre el bebé
mientras el ángel alababa gozoso.
Desde entonces vago por este desierto
manchando con sudor que no es el mío.
Un cordón que llora verdades ajenas
con sangre negra y un pincel de vísceras.
náufragos en un desierto nacarado.
La túnica violácea que me vestía
ardía inflamada de tinta pétrea.
El ángel comenzó a gemir espuma.
Yo lo escuchaba a través de mis gritos.
Los colmillos del dragón rasgaron la sal
y sorbieron el vapor de mis entrañas.
La espuma se desangró por mis dedos
impregnó mis uñas, salpicó al dragón,
y tatué venas de hielo sobre el bebé
mientras el ángel alababa gozoso.
Desde entonces vago por este desierto
manchando con sudor que no es el mío.
Un cordón que llora verdades ajenas
con sangre negra y un pincel de vísceras.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario