martes, 3 de mayo de 2011

Lluvia de estrellas

Hoy mi papá está triste. Sin certeza, sin preámbulos, mi papá está triste. Sin expresiones obvias ni malos entendidos. Hoy mi papá está triste.
¿Qué podremos hacer por él?
¿Qué estrellas hay que bajar para hacerlo sonreír de nuevo?
Una canción compuesta por poesías insensatas y ciegas comienza a surgir, a brotar, a florecer. Las aceitosas palmas de ébano que caen del cielo rozan desdichadas las hojas de los árboles y los tábanos de las flores.
Las nubes se empolvan, las gotas comienzan a caer. Julio es un mes bastante siniestro, impuro, caluroso.
Cuando la tristeza es evidente la lluvia comienza a precipitar.
¿Qué podremos hacer por él?
¿Qué colores magníficos habrá que inventar?
Mi papá alza la vista cuando me acerco. Alcanza a sonreír, alcanza a relucir.
Las tinieblas se hacen más espesas. Los colores del ocaso desaparecieron. ¿Hay llanto? ¿Hay dolor? No, pero por ahí pasó la tristeza.
¿Qué podremos hacer por él?
¿A quién debemos traer para que lo haga reír?
Las palmas de ébano retroceden con ímpetu. Los tábanos empiezan a temblar.
Pero mi papá es un bárbaro. Sabe que no se puede quedar así toda la vida.
Hay un mañana por delante. Hay que vivir, renacer, subsistir. La tristeza es pasajera, y hay que luchar porque la alegría sea para siempre.
Los conflictos con uno mismo son los más duros de superar.
¿Qué podremos hacer por nosotros?
¿Será que la locura nos ha rozado con sus asquerosos tentáculos?
¿Qué estrellas hay que traer...para asesinarla?

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