Mañana será el día. No cualquier día, no. El Día.
No fue ayer, no es hoy.
Será mañana, señores.
Será mañana, porque yo lo sé.
Tengo el presentimiento de que mañana será un día de gloria, de refulgencia, de color.
Presiento que brillará más que el arco iris y que alumbrará más que el sol.
Mañana será diferente; el mañana siempre lo es.
Mañana el amanecer será distinto.
Mañana las hojas caerán sobre tu pelo de una manera diferente.
Mañana los pajaritos cantarán en un tono más ligero.
Mañana los párpados se me abrirán más lentamente que de costumbre.
Mañana las tinieblas de la noche no serán tan oscuras.
Mañana las nubes rosadas del ocaso no serán tan pálidas, no. Serán más sonrosadas y bellas que de costumbre.
Mañana los rayos de la mañana serán más brillantes y placenteros.
Mañana el sol no querrá moverse de donde está, ni tampoco la luna querrá perderse la conmoción.
Porque mañana será El Día, señores. Porque mañana es el día en que veré tu rostro. Porque mañana es el día en que por fin desahuciaré todas mis ansias, el día en que por fin mis desasosiegos se verán descansados.
Mañana será el día. Un mañana porque siempre recordaré que será después de un hoy. Un será, tiempo futuro, porque no quiero dejar de tener la expectativa de que siempre esperaré pasar la página. Un día, porque para que ocurra algo tiene que ser durante un día.
Mañana será el día.
Sólo espero no me decepciones. Tengo el presentimiento de que no lo harás.
El gran día.
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